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Por lo general, las historias de emprendimiento son hechas por empresarios hombres. Pero en esta ocasión te traigo la historia de Rebeca.

Rebeca saca su carrito sanguchero todas las noches a la puerta de su casa. Con la ayuda de su hijo de 18 años coloca todo lo necesario para arrancar con las ventas de la noche. Existen 3 familias más a las que se les ocurrió hacer el mismo negocio en aquella calle, sin embargo, no son competencia.
Mientras la gente hace cola para pagar el doble de lo que los otros vendedores cobran por sus pollos broasters, ella va cocinando y contando chistes y anécdotas del fin de semana
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Y es que mucho más allá de sus condimentados aderezos adictivos, Rebeca tiene carisma y cae bien a las personas. Puede ganar un sueldo mínimo en una semana, paga la universidad de su hijo y está ahorrando dinero, no le va nada mal.

El problema es que cada vez más, se encuentra ocupada y cansada, hasta se le notan las ojeras.
Rebeca sabe que nadie se hace rico o libre vendiendo salchipapas y hamburguesas, asi que toma los ahorros de un año y abre otro punto de ventas en un lugar cerca de un parque. El mismo logo, las mismas salsas, los mismos condimentos, el mismo modelo del carrito sanguchero. Contrata a una chica, pero la joven jamás logra atender a los clientes como lo hace rebeca. Luego contrata a otra más, y se le va a los 2 días. Así va probando 5 chicas que no se acoplan al negocio y Rebeca decide fracasar.

"Si no estoy yo en el negocio, no funciona" dice casi resignada.
Bueno, piensa que algún día encontrará a "alguien adecuado", así que mientras tanto es mejor olvidarse del sueño de crecer en el negocio y seguir trabajando sola, realizando las operaciones ella misma.

En la segunda vez que lo intenta, está muy sensible ya son DOS fracasos.

A los 2 años, Rebeca vuelve al ruedo. Se encuentra ENTRENANDO a un grupo de vendedoras - socias de su negocio. Ahora les explica detalladamente en un entrenamiento muy práctico, como deben sonreír, como deben preguntar a los clientes que se desean servir, como presentar los platos y las salsas riquísimas que tienen. Atender se convierte en un arte y ella es la mejor maestra. Recién al tercer intento logró SISTEMATIZAR el servicio que había creado.

Ahora entendió que el capital más preciado que tiene es su CONOCIMIENTO en lo que hace, y que ese conocimiento correctamente aplicado, le permitirá aprovechar mejor SU TIEMPO. Ahora la nueva visión de Rebeca está en conquistar el mundo de las franquicias. Reconoce que nadie se hace rico vendiendo hamburguesas, pero si vendiendo SISTEMAS.

En este pequeño relato se muestra como un negocio pequeño puede ir escalando de a pocos en camino a la libertad financiera, sólo hay que tener una visión de expansión muy grande del negocio.

"No envíe a sus patos a la escuela de águilas" - JIM ROHN

Fuente: ADN millonario
Imagen: gananci.com